
Durante 7 años compartí mi vida con una vegetariana. Durante 7 años casi cada día teníamos la misma discusión, desde el cariño, ¿No comas tanta carne? ¿Por qué comes carne? Eso es un animal muerto.
Mi respuesta y contraataque como la de todo carnívoro español de pura cepa era muy variada, la carne está buenísima, si probaras el jamón te darías cuenta, una buena longaniza y un chorizo son lo mejor del mundo, por no hablar de la chistorra, panceta y la morcilla. No voy a comer solo verduras, vaya aburrimiento y además voy a pasar hambre, seguro que vas a tener el hierro bajo, te dan pena los animales pero no los tomates, pobres tomates y un montón más de argumentos en mi defensa que se me ocurrían. Durante años me llevaba la barra de fuet escondida en la mochila por si acaso la cosa se ponía muy mal con el tema anticarne.
Ahora mismo llevo 6 meses sin probar la carne (excepto una loncha de jamón ibérico en filipinas que todo sea dicho me supo a gloria) sigo comiendo algo de pescado, leche y huevos. Pero en este post no quiero hablaros del vegetarianismo, eso ya llegará 🙂
Lo que llamó la atención de todo esto es como cambió mi situación personal con respecto a un cambio importante como es dejar de comer carne.
Mientras alguien me presionaba para hacerlo, mi respuesta era reactiva, de enfrentamiento, alguien estaba intentando robarme un pedacito de libertad, o al menos yo lo sentía así. Mi actitud era totalmente contraría al cambio porque venía de afuera, era como volver a ser un niño y no poder tomar mis propias decisiones.
Sin embargo, sin yo darme cuenta muchos de los mensajes fueron calando poco a poco y durante años fui comiendo cada vez menos carne, dándome cuenta de que quizás no era tan necesaria como yo pensaba.
Cuando llegué a India decidí no comer carne durante el tiempo que estuviera allí, tiene muy mala pinta como la conservan y además la comida India es muy rica y variada en proteínas y hierro de origen no animal. Pasaron 3 meses y me di cuenta de que no era el fin del mundo, me sentía con más energía que nunca y durante 3 meses no me puse enfermo ni una vez.
Ahora ya han pasado más de 6 meses y cada vez estoy más convencido de esto, pero ¿que ha pasado? Lo que ha ocurrido es que el cambio ha salido de dentro de mí. Ha sido decisión mía personal, basada en mí propia experimentación he decidido una cosa. De esta manera el cambio es mucho más fácil. De hecho creo que es la única manera de vivir un cambio importante y de que éste se mantenga en el tiempo.
Así que recuerda una cosa, es imposible cambiar a alguien, incluso cuando es alguien que quieres y sabes que esto será mejor para esa persona, nos pasamos la vida intentándolo, especialmente a nuestra pareja.
Lo que se puede hacer es inspirar, demostrar que algo es posible, compartir tus experiencias con esa actitud o con ese hábito, hacer que la otra persona tome conciencia de lo que puede pasar y animarle pero siempre sin presionar, respetando los tiempos de la otra persona. Cada uno tenemos un camino y un tiempo para cada cosa, para cada cambio y cuando tienes a alguien empujándote la mayoría del tiempo de produce una situación de rechazo.
El coaching es tan poderoso porque promueve justamente eso, un cambio personal, decidido por cada persona cuando se ha dado cuenta de que esa actitud que está llevando frente a la vida no le lleva a donde quiere ir, es en ese momento, cuando la persona ha tomado conciencia cuando el cambio puede producirse y además lo que parecía algo difícil puede acabar siendo mucho más sencilla si llega en el momento justo y con la motivación necesaria.
¿Te ha ocurrido alguna vez una situación similar? Un cambio que alguien te intentaba forzar que has acabado tomando por tu cuenta.