
Hay una frase en una canción de Ismael Serrano que dice, “Los viajes que trajeron a otros vistiendo nuestros cuerpos” siempre me he sentido muy representado por este verso.
Cuando volví de África la primera vez, después de 2 meses me di cuenta de que en este mundo le dábamos demasiado importancia a lo material, que algo habíamos hecho mal en el desarrollo de las sociedades del primer mundo. No podía ser que en lugar como Benin, o Burkina Fasso, donde la vida es tan dura y tienen tan poco la gente fuera tan feliz, vivieran su vida al máximo y tuvieran tiempo para hablarse y sonreírse a cada momento y sin embargo en un lugar como Suiza, uno de los países más ricos y supuestamente más desarrollados del planeta, la gente caminara por un centro comercial, mirando al suelo y con la cara de pena todo el tiempo pensando en que era lo siguiente que se iban a comprar para llenar ese vacío.
Después de 8 meses en América las raíces de esta idea siguieron creciendo dentro de mí, ¿porque en Colombia? país con fama de peligroso y violento, la gente era más confiada que en España, porque cualquiera te paraba y te contaba que tenía un primo en España y que por favor fueras a comer al bar de su primo Juan en Medellín que luego te llevaría a rumbear.
En Hawai, donde viajé por primera vez en solitario, aprendí que podía ir solo porque el camino me traería la gente que tenía que conocer para aprender las cosas que tenía que aprender y además viajando de esta manera estaba mucho más abierto y me daba la posibilidad de conocerme a mí mismo. En inglés dicen “I might be alone but not lonely” podría traducirse como “Puedo estar solo pero no me siento solo”
Si hay algo que he aprendido durante los últimos 8 meses de viaje por Asia es que el propósito de mi vida es evolucionar, crecer tanto personal como espiritualmente y para ello he tenido que cambiar algunas de mis prioridades. Llevo años invirtiendo mucho en mi crecimiento, tanto tiempo como dinero y trabajando mucho en mi para desarrollar el máximo de mi potencial y ponerlo al servicio de los demás.
Durante los últimos meses he estado rodeado de personas con inquietudes parecidas y ya me había acostumbrado a ello, y ahora al volver a casa me he dado cuenta de que esta no es la prioridad para muchas de las personas que viven aquí o su manera de evolucionar es hacia otro lugar muy diferente. Así que estos últimos días he tenido que trabajar mi aceptación para comprender que lo que a mi me parece la cosa más importante del mundo para otras personas no lo es, porque tienen prioridades muy diferentes, ni mejores ni peores sino distintas.
Para preocuparte por tu crecimiento espiritual primero tienes que tener otras facetas cubiertas, la mayoría de gente que vive en India está preocupada por como conseguir unas rupias para poder llevar algo de comer esa noche a su familia, la gente que vive en España y trabaja doce horas al día para pagar la hipoteca, la letra del coche y el colegio de los niños tiene poco tiempo para invertir en sí mismo. Una vez tienes esas facetas cubiertas hay algo igual de importante que es “tener la voluntad y el interés de cambiar y de evolucionar”.
Yo he conseguido aceptar que cada uno elija que quiere hacer con su vida y que incluso gente que tiene la posibilidad de hacerlo, decida no evolucionar o lo haga de otra manera distinta, pero también he decidido que yo quiero rodearme de gente con inquietudes y trabajar con los que tienen ganas de avanzar y de aprender cosas nuevas.
“Señor, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar aquellas que puedo, y sabiduría para reconocer la diferencia”. (San Francisco de Asis)