
Isla de Útila, Caribe hondureño, 9 de la mañana. Habla el profesor de Apnea, buceo sin botella: “En 5 días podréis bajar a más de 30 metros, y pasar 4 minutos bajo del agua, sin respirar”. En mi cabeza se oye “este tío está flipando, no sabe lo que dice, eso es imposible”.
Meses antes de dejar mi trabajo en Madrid tuve una conversación con un compañero. Le dije: “Yo me voy a ir tío, quiero hacer otras cosas, no quiero pasar el resto de mi vida delante de un ordenador, vendiendo publicidad de Internet”. Mi amigo responde: “Estás loco tío, con las buenas condiciones que tenemos aquí. ¿Dónde vas a estar mejor? ¿De qué vas a vivir?”. Unos meses después echaron a la mayoría de gente a la calle.
Son dos ejemplos de conversaciones reales sobre nuestros límites.
Los límites que arrastramos desde hace tiempo
Cuando eres pequeño piensas que puedes hacerlo todo, saltar de cabeza desde el tobogán, escalar hasta la copa del árbol, lo que sea. Y de repente un día te llevas un golpazo y te abres la cabeza, o simplemente un adulto viene y te dice que “eso no se puede hacer, es peligroso, te vas a matar”. Lo típico que todos hemos oído de pequeños, y hemos dicho de mayores a los niños. La intención es buena, proteger del peligro o del dolor de un accidente o un problema.
Estos mensajes provocan un daño colateral, empiezan a construir los límites en nuestra mente. Estos límites van al subconsciente y por el resto de nuestras vidas aparecen una y otra vez, como a mí me pasó antes del curso de apnea. Cuando no son los límites propios, aparecen los del entorno, los miedos sociales, culturales o los mensajes protectores y/o limitantes de la gente que nos rodea.
Mira este cuento de Bucay.
Como el elefante del cuento, nosotros acabamos creyendo nuestros límites y se nos olvida reflexionar de vez en cuando sobre si estos límites están vigentes, o si quizás en otro momento podemos aspirar a algo más. Dar por hecho que no podemos hacer algo, es uno de los hábitos que más condicionan nuestras vidas.
Cuando llegué a Madrid un amigo me preguntó si quería jugar a fútbol 11 en su equipo de segunda regional. Yo llevaba años sin jugar en serio, así que pensé que no podría. Al final me convencieron, fui, probé y no salió tan mal. Acabé uniéndome al equipo y al año siguiente ganamos la liga y subimos a primera regional. No fue algo fácil, ni me parecía a Messi o Ronaldo en el campo, seamos realistas. Tuve que sacrificarme mucho, entrenar duro, seguir una disciplina y renunciar a cosas, pero sin darme cuenta, cumplí el sueño de jugar a un nivel alto, y con más de 30 años, lo pasé en grande. Y todo esto porque un día me cuestioné un límite, que me había puesto años atrás.
Seguro que tienes límites sobre tu capacidad para bailar, cantar, cualquier cosa artística. O sobre si podrías encontrar un trabajo mejor, montar algo por tu cuenta, volver a estudiar, o hacer cualquier cosa “a tu edad”.
Una metáfora de la vida
La apnea es una metáfora perfecta de la vida. Cuando estás bajando a las profundidades del mar, tu mente te va diciendo “pero estas tonto, ¿dónde vas?” Hay demasiadas creencias sobre lo que no puedes hacer en tu cabeza. En un curso como el que hice, te enseñan una técnica, no es que bajes como un loco, eso sería muy peligroso. Pero si sigues los pasos es un deporte muy seguro. Te permite romper tus límites a cada momento.
El tercer día bajé a 21 metros y crucé el casco de un barco hundido. El cuarto día pasé 4 minutos bajo el agua sin respirar. Y el quinto bajé hasta 30 metros. Uno de mis compañeros del curso se quedó allí y bajó a 50 metros y ha superado 7 minutos bajo el agua. Y todo sin sufrir. Pero eso si controlando a tu mente que una y otra vez te dice que no puedes más, que tienes que subir ya, que deberías ir rápido, que lo que estás haciendo es imposible, etc. Cada vez que vences a esa vocecilla, te sientes más poderoso, más seguro y más libre.
Todos estos son ejemplos reales para inspirarte. Vivir tu vida al 100% significa hacer lo que quieras, incluso esa cosa que te apetece, pero crees que no puedes, o que todo el mundo te dice que es imposible. Da igual si es aprender un nuevo idioma o bailar zumba, irte a trabajar al extranjero, renunciar a todo y viajar por el mundo o pedirle una cita a la vecina de enfrente.
Hay una voz interior que te dirá que no es posible, probablemente haya muchas voces de fuera que también te digan que es imposible. Pero siempre puedes hacerte el sordo, trazar un plan, prepararte, entrenar, practicar, hacer lo que tengas que hacer para conseguir eso que todos creen que no se puede, pero tu corazón te dice que quizás si.
Lo imposible es el fantasma de los tímidos y el refugio de los cobardes… La palabra imposible no está en mi vocabulario. Napoleón Bonaparte
A quien debo contactar, quiero hacer el cursor de meditation y apnea, no deseo exponer las limitations que hoy tengo y que podrían ser un impedimento para esta experiencia.